EN TERRENO MOVEDIZO

En terreno movedizo, así me he sentido últimamente. Y no sólo porque haya navegado en las infructuosas aguas de Venecia, (donde he pasado unos días maravillosos en compañía igualmente agradable) sino porque a veces la vida te da bofetones con los que tienes que convivir. Te guste o no. Me he encontrado muy bien estos días, con gente que apenas conocía, pero que en este roce continuo han habido alegrías, tristezas, momentos más agradables, momentos más desagradables.

Y hemos aprendido a conllevar todo ésto, con alegría y con tristeza, contándonos momentos íntimos de nuestras vidas.

Digo, pues, bofetones, porque a veces (no sólo hoy, ni ayer, ni mañana) hay gente que se encarga de borrarte la sonrisa de un plumazo, te hace daño. Por muy fuerte que uno sea, siempre se tienen sentimientos, se tiene alma. Y se sufre. En este grupo hay una persona que yo apenas conocía, pero que no me pareció trigo limpio en ningún momento. Y así fue al conocerla algo más.

Se encargó de amargarme ligeramente este viaje, pero yo prefiero pasar página. Porque hay personas que no merecen la pena, simplemente. Junto con el hecho de que alguien dijo algo equivocado. Que aprecio mucho. Y esta segunda persona no se merece que la tarten así sólo por una metedura da pata.

Simplemente... basta. Quiero dejar de remar en dirección contraria en estas aguas movedizas de la vida.

Y sé que lo voy a conseguir.