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- SAL Y AZÚCAR -

UN DÍA GENIAL

UN DÍA GENIAL

Ayer tuve un encuentro muy agradable en Madrid con unos amigos. Con dos chicos y una chica, a la cual conocía más. Digamos que la conocí aquí, por Internet, pero ya habíamos llegado a un nivel de confianza bastante aceptable. (números de teléfono, dirección...) Además, nos habíamos hecho algún que otro regalito y vaya, siempre se agradecía...

La única "desventaja", si es que se puede llamar así, es que estos chicos no son españoles sino Italianos.

Pero no fue un hándicap, al contrario, mi nivel de tal idioma es bastante aceptable, por lo que nuestras conversaciones telefónicas, mensajes o charlas en el Messenger son siempre en Italiano. Desgraciadamente ella no sabe casi nada de Español a pesar de que había estado unas vacaciones, pero de aquello hace mucho tiempo.

Pues a lo que voy, mi amiga italiana es una gran viajera y este finde decidió aterrizar en Madrid. Tuve la buena idea de llevar a los tres al Café Gijón en Recoletos, ya que en Roma -su ciudad- tienen un sitio similar que conocen de sobra -me incluyo, es un poco caro pero valió la pena- y se lo comenté. Una vez allí, quedaron maravillados por el sitio; y mi amiga y yo empezamos a hacernos tantas confidencias que ni nos dimos cuenta que los chicos ya habían pedido consumición por nosotras: Para las damas, cóctel de champán; y para los caballeros, un Rioja crianza, oloroso, que despertaría al más muerto.

Brindamos por un nuevo encuentro, por los escotes de las damas (súper chistoso y cachondo uno de ellos; el otro más reservado pero igual de buena gente) y por nuestro futuro; que desde ese momento quedaba unido en un brindis colectivo.

Para acompañar la bebida, nos pusieron unas croquetitas un tanto insípidas y unas toreras, de las que sólo se comió una uno de los chicos. Yo no tenía hambre y los demás no se atrevieron porque tenía pinta de ser muy picante.

Hablamos de nuestra vida, de música, de viajes, de intereses que eran bastante comunes a pesar de la diferencia de edad entre todos... los chicos tenían ambos 32 años, la chica está a punto de hacer los 30 y yo... la yogurina, con 24. Pero me sentí en mi salsa.

No me dejaron pagar, por supuesto. Y me sentí violenta. Pero lo agradecí con una sonrisa y un abrazo.

Me acompañaron un trozo en el metro de vuelta a casa... y ellos para el hotel. Aún hoy y medio día de mañana estarán aquí. Pero yo me acordaré para siempre de esa tarde de viernes...

¡Gracias chic@s por vuestra amistad!

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