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- SAL Y AZÚCAR -

FRÁGIL: TRÁTESE CON CUIDADO

FRÁGIL: TRÁTESE CON CUIDADO

A veces hay momentos en la vida en los que te sientes más frágil que en otros, por lo cual suele ser bastante común que alguien -por lo general inexperto- que intente arreglar tu estado de ánimo y lo único que consiga es hacerte pedazos y aniquilarte en la nada. Y es precisamente como yo me siento estos días. Frágil. Por lo cual lo único que quiero es que me recojan, pues lo único que van a conseguir es dejarme a cachitos en el suelo.

Cosas que no funcionan y que no parecen capaces de resolverse. Y es que estos objetos son como los niños: Vienen sin manual de instrucciones y por lo tanto te las tienes que apañar tú solito. Y ¡ay! de ti si pides ayuda. Cuatro ojos ven más que dos, pero las extremidades se multiplican y lo único que se consigue es que haya un pulpo metomentodo que fastidie lo que se llevaba hecho y por tanto se rompa. Frágil.

Personas que sonríen y que prometen el oro y el moro, la sal y el azúcar de la vida. Pero que en el fondo te dejen un regusto amargo, como después de mordisquear un limón, quizá a dentelladas. Y piensas en quemar todo lo que te recuerda de esa persona, de mandarlo todo al carajo, pero te da pena. Porque en el fondo -muy en el fondo, sí- sabes que volverá y que te querrá como antes. Frágil.

Y finalmente, lugares. Lugares que han sido tuyos y que te transmiten alegría. Ahora no: Te transmiten asco y tristeza. Vileza e inutilidad, amor y odio. Si se pudiera dar atrás en el tiempo, tal vez las cosas habrían cambiado. Y ahora no te queda otra de volver sobre tus propios pasos, seguir una señalética fijada por otros -no por ti- y una vez llegado a la meta, derrumbarte como un castillo de cartas.
Frágil.

No me digáis el por qué, ni el cuándo, ni el cómo ni el dónde. Soy frágil. Al igual que las respuestas que os habría dado si os hubiera respuesto a dichas preguntas.

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