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- SAL Y AZÚCAR -

EL DÍA DESPUÉS

EL DÍA DESPUÉS

Estoy mejor. Los pies están destrozaícos, aún sin haberme puesto taconazos. La cabeza no me gira tanto como podría parecer, porque apenas he bebido -un baileys con cacaolat y una cocacola sola, jeje- pero ello no es novedad. No es una novedad absoluta, frase al negativo que diría mi amiga Christy.

Cada vez que salgo siempre termino, literalmente, por los suelos. Y lo más cojonudo de todo es que me lo paso bien, en grande diría yo... sólo que a partir de las 5 o 5 y pico de la mañana, termino hecha unos zorros. Que si sudando como un pato -y eso que no bailo tanto- que si con la chaqueta estampada -entiéndase, con bebida derramada o sudor del vecino o del que te has arrimado a base de bien- y con los pies hechos polvo... me pasa por no moverlos... muevo el esqueleto pero no los pies... luego me pesan... y me crujen... ¡y hace daño! Mamá ya me dio esta tarde desde la cama -visto que yo no me levantaba- un criogel de L'oreal para piernas cansadas... qué gustazo... qué cosquillas... qué gustirrinín...

Ayer fue una noche como tantas otras, como las que me concedo cuando el Marqués nos da tregua, y me saben a gloria -no tanto como cuando fui ayer también mismo con Duby al restaurante chino, qué rico- por lo que aprovecho para contaminarme con humo ajeno y alcohol también ajeno, o incluso propio... no sé. Si a ello se le une que se te aparece un chavaluco con cara de loco feliz y oliendo a Dolce & Banana (gracias Violet) se ve que quiere mambo, que quiere marchita. Y desde los dos besos de rigor va el cuerpo, va la lengua más rápido que el cerebro, todos como cubas y a vivir la vida que son dos días... éso me pasó hace un año y pico con un italiano que no se me soltaba ni a sol ni a sombra... para luego verle ligues ¡a pares! la semana siguiente. Pero nunca lo olvidaré.

Así estoy, esperando a que lleguen las ragazze para echarnos unas risas. Aunque sea en casa y con un ordenador para bajarnos canciones y hacer un poco el chorra... Guiño

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