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- SAL Y AZÚCAR -

LA ETERNA NIÑA

LA ETERNA NIÑA

Así me dice todo el mundo que soy, una eterna niña. Y razón no les falta. Ya lo dije en otro post, que seré infantil, pero no por ello tonta. Me encantan esas chorraditas infantiles... que van desde un día en el que me compré un pompero (bueno, el chisme ese con el que se hacen pompas de jabón, yo siempre lo he llamado pompero aunque parezca el poromídem de Manolo Escobar) y me puse a hacer burbujas por la calle y por la ventana de la cocina de casa, o comprarme litros y litros de colonia de Nenuco, hasta vestir de una manera infantil y casi naïf (vestiditos, pantaloncitos, zapatos planos con correa y lazos...) y oliendo a bebé... (a pesar de que no hago ascos a las colonias de firma, que también son mi debilidad; me encantan los olores a flores, a fruta y sobre todo, a limpio)

Lo único que no tengo juguetes... con los que jugar ahora. Están todas las Barbies ahí haciendo sitio y cogiendo pelusilla y haciéndose más viejas que Matusalén con el último vestido que llevaban antes de ser encarceladas; las Nenucas y Barriguitas con las que hacía horas y horas, (sobre todo con la Nenuca negra, de ojos verdes y mulata, una pasada; jamás vi otra igual, era la hermana ¿gemela? de la rubia de toda la vida y el año que la pedí para Reyes pedí una rubia en mi casa y la mulata a casa de Tía Nines... para chula yo, lo que no contaba es que iba a tener las dos) las Sindys (más guapas y no tan recauchutadas estilo Rosella Barattolo, yo me entiendo, gracias Shankara por el calificativo) o con las cocinitas (me encantaba inventar nuevas recetas, que temblase Arguiñano porque Babi sabía hacer una paella con nuez moscada y azafrán y quedaba con un color muy similar al auténtico, desgraciadamente ahora parece que la cocina de verdad me da alergia, sólo sé hacer pasta, arroz, filetes y huevos, alguna ensalada; menos mal que nadie se ha envenenado hasta la fecha) o con la muñeca de mi amiga Paula que lucía en la oscuridad si le apretabas las tetas (¿o era la tripa?) y que luego mamá creía que me la llevaba a la cama y Dios mío, que se rompe; y yo que no, que era yo con la electricidad estática. En fin.

Luego me daba por llevar a la peluquería a las muñecas, las pintaba rayitas en el pelo con rotu indeleble que luego no se iba ni con lejía para parecer que tuvieran raíz, las pintaba heridas o incluso les ponía rulos y como vi que en la pelu de mamá las señoras se secaban con un chismarraco con luz, no quise ser menos; puse a mi Barbie ahí bajo el flexo de la mesa y oh Dios... se chamuscó el pelo, olía a gato muerto... terminó la pobre con el pelo marrón tirando a ceniza y más calva que la Britney Spears, la escondí en el cajón para que no me echaran la bronca y cuando me pregunta mamá por ella cree que las amiguitas se la han llevado a su casa por equivocación y yo agacho las orejillas ya que veía una colleja, azote o sopapo rondando por mi dulce carita, y digo con un hilo de voz que está ahí, en el segundo cajón. Levanto la mirada en un ángulo de treinta grados y nada de eso sucede porque a mi madre le da un ataque de risa y yo digo toda temblona que la he llevado a la peluquería, respondiendo a su pregunta de qué le ha pasado a la pobre Barbie... Y carcajadas, muchas carcajadas ahora cuando lo recordamos...

Los juguetes que nunca tuve, quizá pooque ya me pillaba un poco mayor, fueron los Teletubbies, el Furby y los Tamagotchis. Y todos esos taaaan inteligentes pero que luego no se valen por sí mismos. Pero son tan graciosos... el otro día lo hablaba con mi amiga Mery y me decía que sus hijos (aún están en edad de crecimiento y Danoninos) han tenido casi todos... en fin, que creo que si pudiera volver a mi infancia, en los años 80 y 90 empezados me pediría esos cacharros tan listos.

Pero estamos en el 2007... y los únicos juguetes que tengo que ver serán los del temario. Paciencia...

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