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- SAL Y AZÚCAR -

ENTREVISTA CON EL VAMPIRO

ENTREVISTA CON EL VAMPIRO

- Extienda el brazo lo más que pueda y apriete el puño.

Ella siente miedo. Sabe que no será ni la primera, ni la última vez, en la que se entrevistará con un vampiro. Es completamente consciente de que las consecuencias a la larga van a ser notorias; pero aún así se dejará morder. Le han dado como requisitos que no coma nada antes de la cita, junto con que deberá estar allí al alba. Al alba... decía Aute. Ambas cosas hacen mella en su cuerpo joven y lozano, fresco y tierno.

- Vaya, parece que cuesta encontrarle las venas. Y eso que usted es de piel oscura. Apriete lo más que pueda, por favor.

La tensión se masca en el ambiente. Ella traga saliva una, dos, tres veces... pero sabe que no hay vuelta atrás. Le quedará una marca, y así tendrá un sambenito para siempre, que diga que estuvo con un vampiro que, dicho sea de paso, le chupaba la sangre a base de bien. Pero asimismo, sabe que es necesario, que es algo altruísta y básico en nuestra sociedad. Arremanga un poco más su polo rojo, rojo como su sangre y sus labios que tiemblan. Y en ese momento ve cuatro cacharritos de diferente color que son empujados por unos émbolos.

- Anda, tonta... que no pasa nada. No me venga con chiquillerías, ¿eh?. Que ya tiene una cierta edad.

Aquí es a lo bravo. El vampiro hinca sus fauces en la carne trémula del paciente, de su amada. Quiere a Edward, pero no sabe que hacer. Bella, presumida y lista, se deja abandonar a su suerte.

- Ahora abra la mano poco a poco y deje que la sangre fluya. Así, muy bien.

Un pequeño mareo siente. Quiere desvanecerse pero no puede. Una mujer de tal alcurnia no puede permitirse esos lujos. Debe de hacerse la fuerte, ya que una vez que se ha sometido a dichos cometidos no debe, ni puede, caer tan bajo. Y ve cómo los cacharritos se llenan. Piensa en alguien que la quiso, y que tal vez la querrá todavía; que se sentiría mal en estos momentos. Y en otro, del que está enamorada en secreto, que podría ser el Vampiro Oficial de Reino. (V.O.R.) Pero éste es un amor imposible.

- Ya está. Ahora le pondré un esparadrapo con una gasita para que no se le haga cardenal, ¿vale? Apriételo lo más que pueda.

Como si no se viera la marca... Ella siente que le duele, que le duele mucho. Ya el daño está hecho, que es irrefrenable. Y un calor inesperado se le sube a la cara y le hace que el corazón le lata mas deprisa. Puede notar que se le sale por la boca. Y quiere llorar, pero no puede.

- Venga, no se preocupes. Ahora podrá comer todo lo que le plazca. Ya ha amanecido, y poco más adelante de donde nos encontramos, tiene una caseta donde dan esas cositas alargadas y azucaradas, con muchas estrías.

¿Cosas alargadas, azucaradas y con estrías? Ella piensa en cosas feas pero que están tan ricas... de todos los tamaños, de un sabor inconfundible, tan típicamente de aquí. Y con un líquido oscuro en el que se adentran.

- Recuerde, dentro de una semana tiene que regresar para ver cómo ha ido todo. Adiós. ¡Siguiente!

Se va con la cabeza gacha y con la señal ahí, ahí. Que le sigue doliendo. Pero las cosas alargadas le esperan, junto con una mano amiga que sabe que nunca le fallará. Mientras se aleja, ve otras personas que esperan su turno, que también serán mordidas por ese vampiro, tan cruel y asesino a la vez... pero tan bello...

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