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- SAL Y AZÚCAR -

LA TEMPESTAD

LA TEMPESTAD

Nada hará presagiar que mañana, sobre estas horas, diluvie sobre la ciudad, sobre los lagos y los ríos, el asfalto y los cultivos, los cielos y las tierras, seres humanos y seres animales. Cuando hoy es todo lo contrario, en la que presencias extrañas y frases que suenan igual dan un sentido extraño a tu vida, pero qué más da... te lo cargas a la espalda y como si nada hubiese sucedido... secretos, tramas y traiciones en tu cabeza... pero alguien que cuenta contigo te estrecha su mano amiga... quieres ir a verle pero no puedes, quizá tus sueños están más lejos de lo que pensabas, y tal vez si pides la luna, llegue más tarde de lo previsto.

No desfalleces sino que continúas, paso a paso, poco a poco. Y compruebas cómo la vida es dura, y que pone a cada uno en su sitio. Sopla y empuja la vale de tu navío. Hoy hay bonanza, y mañana tempestad. ¿Pero a quién le importa la tempestad? Si después de todo llega la calma.

Transcribo aquí un fragmento de "La tempestad", de Shakespeare, por una iniciativa que me ha llegado de parte de la isla. Que lo disfrutéis y hasta otro rato.

"Si con tu magia, amado padre, has levantado

este fiero oleaje, calma las aguas.

Parece que las nubes quieren arrojar

fétida brea, y que el mar, por extinguirla,

sube al cielo. ¡Ah, cómo he sufrido

con los que he visto sufrir! ¡Una hermosa nave,

que sin duda llevaba gente noble,

hecha pedazos! ¡Ah, sus clamores

me herían el corazón! Pobres almas, perecieron.

Si yo hubiera sido algún dios poderoso,

habría hundido el mar en la tierra

antes que permitir que se tragase

ese buen barco con su carga de almas."

Imagen que ilustra: "La tempestad" de Giorgione.

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