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- SAL Y AZÚCAR -

¿A QUÉ HUELEN LAS NUBES?

¿A QUÉ HUELEN LAS NUBES?

Esta y otras gilipolleces soberanas son las que se oyen siempre cuando ves un anuncio de compresas, tampones, salvaslips o similares. Las actrices que interpretan dicha publicidad están encantadas de la vida de tener la regla: Corren, botan, se bañan, ríen... en resumen: ¡están felices! Cuando en realidad si estás con tus cositas lo único que quieres son mimos, una manta caliente y una saldeva para que se te pase el dolor. Y quieres estar sola, no jugar al corro de la patata o hacer el pino en el bosque mientras el tampón o la compresa permanece bien abyecta y sin moverse un milímetro de tu cuerpo :)

Hablo de este tema tan femenino porque hoy se me ha retirado la regla... hasta el mes que viene, en el que volveré a dejar las sábanas y el pijama como una tomatina, en el que me retorceré de dolor, en el que me dará jaqueca, en el que no tendré ganas de tomar nada... por una larga semana; a pesar de que desde hace dos o tres meses me viene durando sólo tres días o cuatro como mucho. Una delicia, porque estar una semana echando sangre como un jato no es algo como para pegar botes de alegría. Si no tuviese tanta facilidad para engordar, en esos días me cogería un bote de Nutella y me lo devoraba mientras viera "El diario de Patricia" o cualquier superchería de sobremesa o de sobretarde.

A mí me vino la regla con 11 -once- años, en Granada, mientras volvía de Fuengirola. Y sentía que me meaba encima, aunque me resultaba imposible. Sabía que unos años antes se me había perforado el recto comiendo papel albal -o de aluminio- accidentalmente, pero lo dudaba... y mucho... y el día en el que me hice mujer mi padre me regaló once rosas rojas... yo muerta de vergüenza... para posteriormente encontrarme en Florencia una chica de Tenerife medio loca que hablaba de Gabri -su novio- y que éste tenía unas manos grandes y alucinantes con la que se le pasaban los dolores de la regla. Yo pediría a Duby que me lo retirase con sólo poner su mano en el abdomen, aunque sé que lo único que conseguiría será una mano pero en la mejilla, con un sonoro sopapo de regalo.

En fin. Que voy a averiguar a qué huelen las nubes, o las aceras... No sé.

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